Vacunación: El resfriado ha sido asociado a la obesidad. Investigadores constataron que el adenovirus 36 aumenta el número de células de grasa en el cuerpo. También descubrieron que las personas obesas son casi tres veces más propensas a tener anticuerpos para la enfermedad.

Dormir más: Pocas horas de sueño pueden hacer que se suban algunos kilos. Durante un estudio se descubrió que los adultos que se volvieron obesos dormían un promedio de 6,3 horas por noche, en comparación con las 7,2 horas de sueño de los que tenían un peso saludable. Reducir el tiempo para dormir, minimiza la secreción de la leptina, hormona que suprime el apetito haciendo a la persona comer más.

Apagar las luces: Además de ahorrar, se demostró que los roedores expuestos a la luz artificial durante la noche pesaban 10% más al final del estudio, que duró ocho semanas, en relación a los animales que experimentaron un ciclo permanente de luz y oscuridad. Los roedores tenían la misma dieta y realizaban la misma actividad física.

Consumir proteínas: Una investigación de la Universidad de Sidney, en Australia, mostró que los participantes con una dieta que tenía solo un 10% de proteína, comieron 12% más calorías, que aquellos que tenían una dieta con un 15% de proteína.

Alejarse del calor: Un estudio constató que aquellas personas que viven en ciudades con temperaturas más altas, tienen mayores probabilidades de caer en el sobrepeso. Un temperatura de 18°C es agradable y justo lo necesario para quemar calorías.

Relajarse: El estrés crónico puede causar una subida de peso. El análisis de imágenes cerebrales, realizado por Rajita Sinha, de la Universidad de Yale, mostró que el estrés aumenta la actividad en una región del cerebro asociada a la formación de hábitos y recompensas. Debido a esto, aumenta el deseo por alimentos calóricos para aquellos que ya tienen el hábito de comerlos.