Al liberar, a través del lenguaje verbal o corporal, todo el cúmulo de emociones que tenemos en nuestro interior no solo saca el dolor o la alegría, sino que ayuda a narrar y escribir nuestra propia historia.

Por lo tanto, tratemos de escribir con el cuerpo y la mirada lo que no podemos decir con la voz. No es posible callar, siempre estamos diciendo algo y, por lo tanto, hay escucha y comunicación.

No se trata de configurar un mensaje y expresarlo, para confiar en que alguien lo tome por cierto, sino de narrar. Atar con pequeños hilos lo llorado y lo reído, la piel erizada, la dulzura de un niño y el desconcierto. Construir la historia que no nos han contado.

Estamos desprovistos de todo, nada hay en lo tangible que sea eterno, no hay más verdad que la que se escribe.

Cuando no tengamos la facilidad de expresarlo verbalmente, no queda más que decirlo de algún modo. Quizá al sentarnos en la escalera o masticar dos veces los bocados, al murmurar una canción mientras caminamos o volver consiente el ritmo de la respiración.

Solo tú eres el único que puede elegir el sistema de comunicación que te ayude a liberar tus emociones y a escribir tu historia para tener una vida feliz y satisfactoria.

Fuente: Salud180.com