El pollo a la brasa es, sin lugar a dudas, uno de los grandes protagonistas de la comida nacional. Pero, ¿qué tan perjudicial puede ser este platillo para quienes desean disminuir unos kilos de más?

Te encuentras en una reunión de familia o de amigos y el almuerzo o cena resulta ser un suculento pollo a la brasa. ¿Cómo reaccionar ante ese platillo si estamos a dieta? Aún no se cuenta con un análisis del alimento que permita determinar el valor real de calorías, nutrientes y otras sustancias propias de los alimentos cocidos a leña o carbón, pero sí hay aportes que se pueden estimar.

La forma de cocción del pollo permite que parte de la grasa saturada, concentrada en especial en la piel, se derrita y caiga a las brasas de carbón o leña. Sin embargo, esto es rápidamente compensado con las grasas de tipo trans y saturadas, que son absorbidas por las papas fritas y otras salsas cremosas.

Para cuidar la línea, la mejor forma de comer el pollo a la brasa es acompañarlo de una deliciosa ensalada de verduras frescas (crudas) de 4 a 7 colores con poco o nada de salsas. Asimismo, se recomienda retirar la piel del pollo.

Tratándose de una comida eventual, se puede acompañar con una moderada porción de papas fritas (no quemadas). Al banquete se le puede añadir una refrescante chicha morada o limonada.