Muchas veces pensamos que nuestros enemigos o críticos más fuertes vienen del exterior, pero al hacer un análisis hacia dentro, podemos descubrir que no hay rival más fuerte, que nosotros mismos.

Nuestros pensamientos generan continuamente mensajes que nos definen como personas, y estos mensajes (positivos y negativos) tienen su origen en nuestro entorno y experiencia de vida.

Pero, ¿cómo podemos diferenciar los mensajes que nos fortalecen, de aquellos que nos limitan? La Fundación Dove para la Autoestima nos habla de la Voz Enjuiciadora (VE), de sus características y de sus efectos negativos.

Todas tenemos una Voz de la Conciencia que nos ayuda a ser mejores y una Voz Enjuiciadora que nos limita y nos impide desarrollar todo nuestro potencial.

La Voz Enjuiciadora es una parte inevitable de la experiencia humana, es el origen de la vergüenza y obstruye una relación saludable de la persona consigo misma y con el mundo que la rodea. Los efectos de esta voz destructiva y disminuyente se detectan más claramente en la relación que la persona tiene con su cuerpo.

Algunas veces la Voz Enjuiciadora está tan arraigada a nuestras creencias que es muy difícil identificarla, sin embargo, una característica constante es que siempre te ataca y te juzga.

Se alimenta de emociones negativas como la culpa, el enojo, la frustración, la tristeza, la inseguridad, la rigidez, el perfeccionismo, la competitividad, la soberbia, la agresividad, la exigencia, el miedo al rechazo y a cometer errores; también siempre está presente en la auto desvalorización.

Es importante que identifiques a la Voz Enjuiciadora, ya que es un mecanismo de autodefensa contra la vergüenza, y por consiguiente muchas veces pensamos que nos está haciendo un “bien”. La Voz Enjuiciadora es una limitante que impide tu crecimiento, es una visión distorsionada de ti mismo.

Fuente: Actitudfem.com