Los deportistas más experimentados reconocen que hacer ejercicios antes del desayuno quema más grasa que hacerlo después. Te explicamos por qué.

El desayuno produce un aumento rápido del azúcar en sangre que crea un pico de insulina, la hormona que interviene en el aprovechamiento metabólico de los nutrientes, sobretodo de los carbohidratos.

Al tenerla presente, el organismo reduce la cantidad de grasa en los músculos y aumenta el uso del glucógeno del hígado como energía.

Este cambio produce que el glucógeno sintetasa, necesario para que las células musculares acumulen glucosa en forma de glucógeno, no está presente durante la rutina de ejercicios saboteando el objetivo de perder grasa.

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