“Todos pueden ser cocineros” es el lema del Instituto de Cocina Pachacútec, una escuela que impulsa el prestigioso chef Gastón Acurio en un arenal dentro del cinturón de pobreza que rodea a Lima, convertida en símbolo del rol social de la gastronomía en Perú.

El Instituto, parte de la revolución gastronómica que está transformando a Perú, da cabida a un centenar de jóvenes de escasos recursos para formarse como cocineros, en una industria sin barreras sociales en un país colmado por desigualdades.

“Nuestro objetivo es insertar laboralmente a chicos y chicas en las empresas que nos financian”, dijo a la AFP Rocío Heredia, directora de la escuela que se inauguró en 2007 con apoyo de la fundación ‘Ayúdanos a vivir’ y empresas españolas.

La escuela, un pequeño pabellón de ladrillos, toma su nombre de un zona marginal pobre que aglutina a 100.000 hogares en el populoso barrio Ventanilla, al norte de Lima, donde no hay agua potable. Pachacútec fue, además, el emperador inca que en el siglo XV construyó Machu Picchu.

“En la escuela les enseñamos que otro mundo es posible utilizando la cocina como herramienta de transformación social”, dice a la AFP Heredia resumiendo la filosofía del impulsor de la escuela: Gastón Acurio, el chef de 43 años que lidera el boom de la gastronomía criolla.

Acurio es la vanguardia de un movimiento emergente que hace sentir a todos los peruanos orgullosos de su gastronomía reforzando la noción de identidad nacional alrededor de la cocina.

“El principal objetivo de Pachacútec es inspirar a la sociedad: no podemos perder un solo talento. Nosotros generamos un espacio de inclusión a través de la educación”, sostiene Acurio.