Surge de aspectos comunes donde el desequilibrio en la pareja pone de manifiesto situaciones a veces irremediables, el despecho, los celos, indignación o impotencia que se suscita por alguna acción de las partes. El rencor por hechos que marcan la relación como una infidelidad, puede llevar al sentimiento irreparable de la impotencia, queriendo sanar el dolor con una vengaza determinante. A veces, ello origina un juego de géneros, realizando el mismo acto solo para manifestar a la otra parte que están a la par y que la burla no existe para ellos.

Según investigaciones, una persona que resulta engañada puede generar en ella lesiones emocionales que en muchas ocasiones son de por vida. El hecho origina el inicio de una agresión constante hacia la nuevas personas que conocen, tras una actitud de inseguridad por creer que les realizarán las mismas desventuras.

La venganza se traslada a la figura que se busca dañar, sea femenina o masculina. Volverse conspiradores de su propio destino llevará a dejar de lado la posibilidad de revalorar sentimientos honestos.

Aquellas personas que mantienen esta actitud no poseen ideales claros hacia otros, sin ser juicioso, llevándolos por la vida a jugar con uno mismo, invadiéndoles la mentira y la frustración. La depresión origina mantener relaciones informales, que a la larga puede llegar a producir daños hacia sí mismos por los prejuicios, las conjeturas y la baja autoestima.

Personas inescrupulosas pueden pretender manipular la vida de cada quien, permitir que los valores decaigan hacia ciertas desafortunadas vivencias, hará perder la dignidad y rectitud para quererse y confiar en uno mismo.