El rechazo es la causa principal de la falta de ganas. Ya sea de tu parte o de la de él, cuando dices “gracias, pero no gracias” a los intentos de acercamiento tu pareja tirará la toalla eventualmente.

Pensar “ya no le gusto” es una causa común y así como tu lo piensas, a ellos también les agobia la pancita y la calva. Así como a ti te afectan esos gorditos de más, a ellos los suyos. Esto hace que uno de los dos se abstengan de intentarlo.

Creer que las obligaciones del hogar son obligación de uno solo. No saco la basura, “si me quisiera se involucraría más”, “si me amara se quejaría menos”, hay que empezar a compartir todos los momentos y también los pensamientos.

Sexo mediocre. De las peores cosas que les pueden suceder a cualquier pareja: frustración. Si alguno de los dos no está consiguiendo lo que quiere y resulta que la otra persona ni se entera, hay un problema de insatisfacción.

Por el simple temor o pereza de que las cosas terminen siempre en sexo, a veces ni nos atrevemos a hacer cucharita. Hay que primero decir lo que se quiere y segundo dejar el miedo que después de tanto tiempo, es increíble que le tengas pánico escénico a tu pareja, ni que no supieras cuán duro muerde.

Desilusiones. La ambición es parte de lo que suele hacer que las parejas se enamoren perdidamente… luego del paso del tiempo, él no se convirtió en el director de su empresa, ni han comprado la casa con jardín extendido. Uno se siente frustrado y el otro desilusionado, eso mata la libido.