El famoso “break”, es una manera de terminar con el otro sin pasar por problemas o discusiones. Por supuesto que, si la petición de tiempo va acompañada por el famoso “no eres tú, soy yo”, se viene el mundo encima porque lo más probable es que signifique el fin de la relación.

Además de las dudas, puede embargarte la rabia al sentir que esa decisión unilateral es injusta, como si hubiera sido planeada con anticipación, y simplemente recibes la noticia sin oportunidad de réplica o de enmendar tus fallas.

Por supuesto que muchas personas no se conforman e insisten que su pareja les dé explicaciones más detalladas, bajo la expectativa de que la comunicación franca y directa es la mejor manera de resolver los problemas.

Así, pierden su tiempo al insistir, tratando inútilmente de que el otro se abra y les dé otra oportunidad para salvar la relación.

Más denigrante aún resulta recurrir a las lágrimas, chantajes emocionales o agresiones verbales con tal de lograr que el otro recapacite y cambie de opinión.

Lo único que obtendrás es hacer el ridículo, causar lástima, fastidio o, peor aún, arruinar cualquier posibilidad de que esto sólo se trate de un problema temporal.