Su problema con el hambre. ¿Porqué siempre están tan hambrientos? Pareciera que nada los deja satisfechos. Lo malo de esto es que siempre debemos tener el refrigerador lleno cuando nuestro chico va a nuestra casa.

Sus fantasías con lo lésbico. ¿Qué les pasa a los hombres con ver a dos mujeres besándose o en la cama? Y es que a nosotras nada nos sucede con ver a dos chicos en la cama, ¡al contrario! Esa obsesión de ellos por ver a dos damas juntas en acción es difícil de entender.

Su fobia a los centros comerciales. ¿Porqué esa aberración a la idea de que le pidas que te acompañe al shopping? Pareciera que tienen como una alergia a las tiendas y a los centros comerciales. Por suerte que siempre contamos con una buena amiga que nos acompaña y que de todas formas es bastante más expresiva cuando le preguntamos cómo nos queda algo.

Su especial concepto de limpieza. ¿Porqué siempre que les pedimos que limpien u ordenen algo tenemos que terminar corrigiéndolo nosotras después? Y es que su idea de la higiene y la limpieza es bastante peculiar. Al final sale más práctico hacerlo nosotras mismas desde el principio.

Sus problemas con el sol. ¿Cómo es que no pueden disfrutar de estar tendidos bronceándose en la playa o en la piscina? Basta con que nos recostemos sobre la toalla para que ellos comiencen con: “¿Y ahora qué?”. Pues ahora nada, te acuestas al lado mío y te relajas mientras esperas por tu bronceado fascinante.

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