Stalin, tenía un temperamento imprevisible y ambiciones políticas. Le demostraba sus sentimientos a su esposa en frases como “¡Mis besos! Tu José”. Nadya y Stalin eran una pareja explosiva, con facilidad para enojarse y sin miedo a abofetearse el uno al otro en las cenas.

Benito Mussolini también escodía una tierno hombre en lo más profundo de su ser. Él llamaba a su novia “mi amiguita”, y firmó una carta como “su amigo y amante salvaje”. “Mi pequeña Ida”, escribió, ¿Estás contenta? ¿Dirás, una vez más, que solo tú me amas, y que yo no te amo? Te amo mucho, mi querida Ida, a pesar de que no he podido demostrártelo”.

Napoleón también demostró ser todo un Don Juan. Cuando partió para comandar al ejército francés cerca de Italia. Gran parte de su correspondencia era para Josefina. “Hay muchos días en los que no escribiste ¿Qué haces entonces? No, mi amor, no soy celoso, pero a veces me preocupo. Tus cartas son la alegría de mis días.”

Eva Braun conoció a Adolfo Hitler en Munich cuando ella era una adolescente. No sobrevivieron cartas entre los dos. No obstante, hay versiones de lo que Hitler decía sobre Braun a su círculo íntimo. “Braun tenía una manera tranquila, inteligente y objetiva de ser”, decía el dictador.