Al menos esta ha sido la primera de las conclusiones aportadas por los grupos de discusión de la Convención Anual de la American Psychology Association, que desde el pasado jueves se está celebrando en Orlando.

El enfado y las discusiones matrimoniales son elementos necesarios para resolver los problemas, según se deduce del análisis comportamental de 225 parejas estadounidenses.

Los efectos negativos del perdón se centran en que despoja a la pareja de las señales que marcan los límites de la transgresión.

“Si uno de los miembros de la pareja hace o dice algo que ofenda al otro, y está en sus manos resolver el conflicto creado, será más beneficioso para ambos censurar esa actitud y no perdonar hasta que se solucione, si quieren ser felices a la larga”, explica McNulty.

Cada pareja tiene sus propias limitaciones y debe ser flexible a la hora de abordar los problemas que inevitablemente aparecerán durante la convivencia. No es posible generalizar en estos asuntos, lamentan los investigadores, ni existe un protocolo sobre la manera ideal de comportarse en una relación.

Sin embargo, identificar los problemas y visibilizar la contrariedad cuando algo no va bien es una regla básica que comparten las parejas que han llegado a la vejez con un mayor grado de satisfacción.

“Definitivamente, se ha demostrado que el perdón sistemático no está relacionado con que la pareja sea más feliz, sino todo lo contrario”, añade el psicólogo.