¿Cómo no confundirse cuando la lujuria en ocasiones acompaña al amor? Aunque estos dos son impulsos distintos desde la perspectiva cultural, muchas veces no sabemos identificarlos siendo parte de un círculo vicioso del qué a veces es dificil escapar. Bioquímicamente poseen un perfil muy semejante marcado en nuestra necesidad ancestral de propagar genes. Tras una investigación realizada por especialistas en Estados Unidos y un informe resaltado en Aló Mujeres, se develó que el cerebro humano posee cuatro pequeñas áreas que forman el circuito de amor:

El área tegmental ventral (ATV): Ubicado en el tronco cerebral, consiste en vías de dopamina (dopaminérgicas), generadores de centros del placer (felicidad).

Núcleo Acumbes: Grupo de neuronas que influyen en el desarrollo de la risa, el placer, la adicción y el miedo.

Pálido ventral: Asociado con el cariño y las hormonas que disminuyen el estrés.

El estudio reveló que el cerebro humano y el cuerpo identifican de diferentes formas los comportamientos de lujuria, atracción, apego y enamoramiento. Además, la lujuria se manifiesta producto de la testosterona, encargada del impulso inicial que ayuda en la búsqueda de una pareja, mientras que el apego puede llegar a convertirse en un sentimiento mucho más duradero que la lujuria, aunque su respuesta mantenga reacciones químicas desatadas por el cerebro llegando al punto de convertirse, algunas veces, en una adicción.