Recogiendo los planteamientos de los investigadores españoles Jokin de Irala e Ignacio Gómara, autores del libro “Nuestros hijos… quieren querer”, el sitio ABC publicó un par de listas con las características que definen a un amor verdadero y a otro que no lo es:

Amor verdadero:

Es paciente, da paz y tranquilidad. Sabe esperar: disfruta de cada momento sabiendo que va construyendo su vida y sus ideales, su conciencia y su personalidad.

No quiere quedarse en las meras sensaciones, sino buscar la verdad que hay en ellas, su valor más profundo.

Se acomoda al ritmo natural de la maduración del amor: no se trata de reprimir las tendencias, sino de saberlas dirigir y para eso se necesita aprendizaje y maduración personal.

Sabe que la libertad no está en hacer lo que me viene en gana, sino en saber gestionar las ganas para saber si conviene.

No toma decisiones precipitadas y sin pensar en las repercusiones. Fomenta el autodominio y la autoestima: busca el bien para sí y para la otra persona.

La relación está basada en la comunicación, en el conocimiento y aceptación mutua y tiende a la exclusividad y a la eternidad.

Amor falso:

Se caracteriza por la búsqueda individualista de la propia satisfacción. Es algo que se busca y se hace para uno mismo.

Se fundamenta principalmente en el placer sexual: más que «dar amor» busca un «amor egoísta».

La búsqueda de placer se convierte en una cadena que ata, pesa y esclaviza. Al final el sexo no produce satisfacción completa y debe ser continuamente repetido y/o sustituido.

Se llega a utilizar la propia intimidad como objeto de intercambio ocasional: es dar el cuerpo sin haberse entregado a uno mismo. Te conviertes en persona-objeto.

Se vive siempre el momento, la improvisación. Te incapacita para asumir metas altas, valores duraderos.

Una relación física sin compromiso es necesariamente provisional: induce a pensar que aún está por llegar alguien mejor.

Fuente: Publimetro