Hoy, la mujer de 31 años, pesa 50 kilos menos y ella misma se convirtió en entrenadora personal, trabaja justo al lado del mismo entrenador que dio el puntapié inicial a su cambio de vida.

Flick, de Kokomo, Indiana (EEUU), a su vez ayudó a cambiar la vida de su esposo, Keith, de 33 años, quien, inspirado tanto por su esposa como por una camisa que quería desesperadamente que le entrara, bajó 45 kilos por su cuenta.

“Dejamos de salir a comer, empezamos a cocinar comidas saludables y contamos cada caloría”, señaló Flick, que una vez pesó 109 kilos. “Estábamos acostumbrados a pedir una pizza todos los domingos, y nos comíamos una entera cada uno”, contó.

En enero de 2010, Flick estableció como resolución de Año Nuevo ponerse en forma, así que comenzó a trabajar con DVDs de Jillian Michaels y a usar la elíptica.

Una vez que ella empezó a correr, empezó a bajar de peso rápidamente, pero luego fue marginada por una lesión de rodilla que hizo que volviera a subir casi 8 de los 25 kilos que había perdido.

Keith, un estudiante que también trabaja en un restaurante, ayuda al cocinar la cena de la pareja cada noche, siempre con ingredientes frescos y saludables. A su vez, Flick ayuda a entrenar a su marido, a menudo utilizando el entrenamiento de CrossFit del día como fuente de inspiración.

“Los dos tenemos más energía y queremos hacer algo en vez de dormir todo el día, porque eso es lo que íbamos a hacer”, afirmó. “Ahora estoy en el gimnasio a las 5 de la mañana”.

Flick, quien también trabaja como masajista, dice que tiene dos consejos para las personas que quieren cambiar sus vidas: “En primer lugar, si metés la pata (y seguro que lo harás) empezá de nuevo en la próxima comida y no esperes una semana para la próxima etapa. Segundo, no le pongas un plazo, tomátelo día a día”.