Comenzó a hacerse tratamientos a los 12 años en Londres, y durante años gastó unos 500 dólares mensuales en inyecciones de Bio Alacamid (implantes faciales inyectables) en sus labios y rostro.

Poco a poco se fue desfigurando por el plástico. Su obsesión por verse mejor casi la lleva a la muerte, ya que comenzaron a aparecerle pequeños tumores en los labios, por lo que tuvo que someterse a nuevas operaciones para que los médicos los removieran.

Posteriormente, le hicieron otras cirugías para reconstruirle los labios. “Hoy me siento desfigurada y deforme. Me gustaría decirle a todos los que estén considerando hacerse inyecciones y cirugías en el rostro que sean muy cautelosos, y vean lo que me ha pasado a mí”, señaló Lauren.