Muchas veces cuidamos nuestro rostro, pero no nos acordamos de extender esos mimos a esta particular zona. Como explica la esteticista Carmen Navarro, “no le prestamos atención al cuello hasta que no se hacen visibles los primeros síntomas de la edad.”

Esta área parece caer en una especie de tierra de nadie, a mitad de camino entre la cara y el cuerpo, sin que caigan sobre ella los cuidados dedicados al resto. La piel del cuello es una de las más frágiles del cuerpo, al tener menos glándulas sebáceas y una menor densidad de fibras conjuntivas, por lo que es presa fácil de la flacidez.

El cuello debe tratarse exactamente igual que el rostro. Es decir, hay que desmaquillarla, usar un tónico para equilibrar el pH, y continuar con la aplicación de una buena hidratante. Y si usamos una mascarilla en el rostro, debemos extenderla también por cuello y escote.

La postura también cuenta. Una de las mejores formas de evitar la aparición de arrugas prematuras es vigilar la postura. Las mujeres que pasan mucho tiempo delante de una computadora deben tener cuidado en mantener la pantalla siempre a una altura adecuada. Cuida, además, la elección de tu almohada. Si duermes de lado, debes buscar una dura y alta, que ayude a compensar el espacio entre los hombros y la cabeza.

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