La joven de origen sueco tiene una apariencia presuntamente anoréxica, tal como lo señala la prensa internacional, al infundir los cánones de belleza poco saludables de las agencias de moda.

Sus medidas 81-64-86 y estatura de 1.79 metros, han llevado a toda una ola de críticas, acallados por la joven, quien asegura ser fanática de la comida chatarra.

Schneider asegura que el desfile le inyecta una dosis de adrenalina cada vez que sus pies pisan la pasarela.

La joven se convierte en el prototipo de lo que significa la alarmante delgadez para sobresalir en los concursos de belleza.