Con flecos, tejidos vaporosos y una mezcla imposible de texturas y estampados, BCBG Max Azria abrió, como es tradición, la semana de la moda de Nueva York, rescatando el eco de los años 70 para ofrecer su versión más bohemia y desenfadada en una pasarela que se rejuveneció por momentos.

Nueva York olvidó un pequeño incidente y aprobó una propuesta bohemia pero muy fresca de este “bon chic bon genre” que da nombre a la línea más accesible del diseñador, que volverá a desfilar bajo el sello Hervé Léger, más selecto, dentro de dos días.

El desfile se creció a medida que avanzaban las modelos, que, con el pelo retirado de la cara y un maquillaje “nude”, cedían todo el protagonismo a una colección para el próximo invierno que sorprendió y gustó a los primeros asistentes de la Fashion Week más importante de Estados Unidos.

La mujer de BCBG Max Azria comenzaba fresca, etérea y teñida de blanco, con pantalones “palazzo” en estructuras rígidas perfectamente combinados con jerséis de lana de un bonito gris piedra y cuellos tortuga minimalistas que se alzaban hasta medio rostro, cubriendo hasta la boca de las modelos.

Pero poco a poco fueron apareciendo más colores. Primero el “camel” combinado con un rojo anaranjado. Luego el marsala, el color de la temporada, tímidamente reflejado en las espadas de las chaquetas. Incluso algunos destellos de un rosa “fluor” que jugaba con los grises difuminados.

Un “in crescendo” que dejaba adivinar que, como acabó sucediendo, toda la paleta de tonos de invierno brilló sobre la pasarela de madera, para acabar con un bonito y elegante vestido negro corto que confirma que todas las mujeres pueden ser exóticas pero comedidas como el diseñador nacido en Tunicia y su mujer, la ucraniana Lubov.

El protagonismo se cedió a las mezclas, que, sutiles pero atrevidas, funcionaron muy bien, según los aplausos finales del público neoyorquino.

Los flecos se fusionaban con faldas vaporosas de seda en las modelos, que parecía que bailasen sobre la pasarela. En los vestidos, lo mismo, pues la combinación entre los tejidos rígidos y las caídas livianas hacía que las prendas cobrasen vida propia. Las túnicas, sedosas pero muy llevaderas, fueron otra de las propuestas de la firma para el próximo invierno.

¿Y para combatir al frío? Los abrigos voluminosos son la prenda clave por la que apuesta el diseñador y, aunque muy diferentes entre ellos, todos se caracterizaron por su originalidad. Largos por delante y cortos por detrás, con combinaciones de distintos colores y tamaños de pelo y bolsillos extravagantes.

Unas botas de cuero hasta las rodillas con un original tacón y algún que otro “clutch” (pequeño bolso) del mismo material fueron los únicos complementos que incorporó el diseñador, que apostó por esconder el pelo de las modelos detrás de sus cuellos infinitos.