Se trata de una investigación pionera elaborada por el Instituto Tecnológico de Zurich (Suiza) y cuyos resultados fueron publicados recientemente en la revista “Journal of Neuroscience”. El estudio señala que las áreas utilizadas para procesar la música resultaron ser mayores y más activas, y que las regiones afectadas empezaban a cambiar a los pocos meses de iniciar el entrenamiento musical.

Los niños atraviesan un periodo en el que la melodía y el ruido son un simple efecto sonoro. En este aprendizaje, cualquier instrumento de percusión es su favorito, y cualquier elemento es susceptible de ser un tambor. El psicólogo Jean Piaget aseguraba que el niño tiene delante un objeto de curiosidad por descubrir. Pero llega un momento en que el niño, si muestra interés por la música, querrá ir más allá.

Sin embargo, no se recomienda a los padres imponer este aprendizaje y se aconseja que sea el propio niño quien escoja el instrumento que quiera aprender a tocar, si bien el piano y la flauta son los dos que menos exigen a los niños de esta edad. Si se decide contratar a un profesor, es esencial que este tenga experiencia previa con niños muy pequeños, ya que el aprendizaje difiere al de los adultos.

La enseñanza más adecuada a estas edades aprovecha la imaginación y la espontaneidad del menor, en lugar de imponer una disciplina cerrada, con el objetivo de que las clases se conviertan en una sesión de juegos con música y movimiento, no una tarea obligatoria.

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