Quien cree que no desayuna con tal de bajar de peso, en realidad se está engañando debido a que se come sus propias proteínas, se auto devora, ya que se trata de comer por ansiedad, de acuerdo con el doctor Salomón Jakubowicz.

El cuerpo desata su mecanismo de emergencia cuando el desayuno no empieza 60 minutos después de levantarnos de la cama. La fatiga aparece cuando finalmente comemos y se apagan las alarmas.

Antes de perder totalmente los ahorros de energía, el cerebro decide provocar ataques de hambre que aparecen en la tarde. A esto se le llama “cerebro de gordo”.