Y es que además de su sabor, el ají amarillo gusta porque es un insumo tan peruano como la papa, la chicha o el pollo a la brasa. Su consumo es una costumbre nacional, no sólo porque es uno de los ingredientes principales en cada recetario de cocina, sino porque además le brinda identidad propia a aquellos platillos que necesitan ese toquecito adicional.

De todas las variedades de ajíes que se encuentran en el país, el amarillo es precisamente uno de los pocos que cruza todo el territorio, siendo además ingrediente esencial para la preparación de platillos, imprimiéndoles identidad peruana puesto que: una causa sin ají sería un puré de papa; un chupe sin ají sería una sopa francesa; un ají de gallina sin ají sería un pollo a la “king”; y un pollo a la brasa peruano sin una salsa de ají como acompañamiento sería un pollo rostizado.

“Cualquier plato de la cocina peruana de cada uno de los rincones del Perú, lleva el alma y sabor del ají. Ningún plato puede esquivar esa sabrosa presencia que le da el sello de peruanidad. Sin el ají, la comida peruana no sería la misma”, señala Gastón Acurio.