El caso de la muerte de la empresaria Myriam Fefer podría dar un nuevo giro con nuevos documentos relacionados a la hora de su muerte y una misteriosa llamada telefónica; al viaje a Argentina de Eva Bracamonte y Liliana Castro para supuestamente pagar al sicario Trujillo Ospina, y al móvil del crimen.

Hora de muerte y llamada telefónica

Para la fiscal Nelly Gutiérrez, el sicario Alejandro Trujillo llamó a Eva Bracamonte luego de asesinar a su madre Myriam Fefer, afirmación que la sustenta con el reporte de llamadas remitido por Telefónica. Para ella, las dos llamadas que ingresaron al celular de Eva durante la noche del asesinato de su madre se realizaron después del homicidio, hipótesis que la sustenta con el horario de muerte establecido en la acusación fiscal.

La muerte se produjo entre las 11 de la noche del día 14 de agosto y la 1 de la mañana del día 15, según la Fiscalía. Sin embargo, el acta de necropsia de Myriam Fefer establece como hora de muerte entre las 12:30 y 2:30 de la madrugada, horario que dista del establecido de la acusación fiscal.

De acuerdo al documento, Myriam Fefer pudo haber estado con vida a la 1:36 de la madrugada, cuando se realizaron las dos llamadas telefónicas. Incluso, pudo haber sido la misma empresaria quien marcó el número telefónico de su hija. Con esto se confirmaría que Eva no habría escuchado el supuesto mensaje de voz dejado por Trujillo Ospina informándole sobre la muerte de su madre.

Viaje a Argentina para pagar a sicario

Para la fiscal Gutiérrez, el viaje que realizaron Eva Bracamonte y Liliana Castro a Argentina confirmaría que ellas mantuvieron contacto con Trujillo Ospina, cuando éste, según la acusación fiscal, permanecía en ese país.

Esta teoría se derrumbaría con el documento del movimiento migratorio, que indica que en las fechas en que las acusadas viajaron a Buenos Aires, el sicario permanecía en Ecuador.

Móvil del crimen: El lucro

Eva Bracamonte y Liliana Castro están denunciadas por homicidio calificado por lucro. La herencia que le dejó su abuelo hizo que Eva, aún siendo menor de edad, posea una fortuna superior a la de su propia madre, una fortuna que ella le entregó a Myriam Fefer cuando cumplió la mayoría de edad para que ella lo administrara.

Con el pasar de los años, la fortuna de Fefer creció. Cuando ella falleció, dejó más de un millón de dólares en dinero e inmuebles. Una carta notarial determina que la distribución de la herencia fue así: Ariel Bracamonte se quedó con US$ 797,158, mientras que Eva, con US$ 228,299.

Eva indicó que decidió libremente ceder a su hermano una gran parte de la herencia.