Para todas aquellas de cabello fino, lo ideal es utilizar productos específicos para poner punto y final a tu problema, y con un lavado diario. Lo primero es acabar con el apelmazado y la sensación de brillo que nace en la raíz. Para ello, deberás disponer de dos champús:

1.Antigrasa-sobreregulador: Es suave y sin jabón para todos los días. Lo encontrarás en tu tienda habitual o farmacia.

2.Especial para cabello graso: Escoge uno de firma a ser posible. Pregunta en tu peluquería.

Una vez que te lo aplicas, hazlo con mucha suavidad, y evita el contacto con la raíz, porque la mínima espuma te lo lavará igual. Es fundamental que a la hora de mojarlo lo hagas con agua templada, ya que muy caliente te generará más grasa.

Si sueles utilizar acondicionador, pon la cantidad del tamaño de una nuez y sólo en las puntas. Para acabar, enjuágalo muy bien aunque lleve tiempo, debes retirar por completo el jabón y con agua fría para cerrar los poros.

Un truco casero es incorporar el zumo de dos limones al último aclarado con agua fría. Al ser un cítrico astringente te ayudará a dejarlo más suelto y con volumen.

Sacúdete el pelo de arriba a bajo cuatro veces y no utilices toalla. Es preferible dejarlo al menos 15 minutos libre sin que nada lo cubra, mientras recoges el baño, te vistes, o te maquillas.

Con el secador, procura tenerlo alejado a unos 20 cm, y si puedes a una temperatura intermedia-baja. No lo cepilles mucho, y si tienes enredos con una gota de sérum en las puntas basta.