La retención de líquidos se origina porque la sangre no recoge los líquidos acumulados en los tejidos de la piel, por causas tales como problemas hormonales, o un acto reflejo de nuestro organismo, este último, se aprecia básicamente en personas que comen alimentos con exceso de sal o no beben la cantidad necesaria de agua que el organismo requiere.

Las consecuencias de esta retención de líquidos van desde la hinchazón en zonas como las piernas, los tobillos o el abdomen a provocar calambres y malestar general.

Una óptima manera de combatir este mal es hidratarnos más. También es necesario verificar la manera en que nos alimentamos e intentemos reducir al máximo la ingesta de sal.

Evidentemente el ejercicio es un extra fundamental, ayudando a reactivar la circulación en las piernas. El médico puede prescribir el consumo de diuréticos, ayudando a eliminar los líquidos que carece el cuerpo a través de la orina. No obstante, la alternativa más sana será incluir en nuestra dieta sanos alimentos como frutas, tubérculos, verduras y hortalizas, sobre todo las ricas en potasio y bajas en sodio como la papa, la alcachofa, entre otros.