reveló en su autobiografía póstuma la trascendencia de su familia en las decisiones que tomó durante su carrera y se atribuye haber cambiado con Holanda el curso de la historia del fútbol. Pero lo más llamativo fue que el extécnico del FC Barcelona afirmó haber rescatado a para la competición de alto nivel.

El suplemento del diario francés L’Équipe adelantó este sábado varios extractos del libro “Memorias” que escribió antes de morir, en especial la de , el pasado marzo a los 68 años junto al periodista del rotativo Sunday Times David Walsh y que saldrá a la venta en Francia el 6 de octubre.

En ellas, Johan Cruyff se muestra como un hombre muy afectado por la temprana muerte de su padre, cuando él tenía 12 años, de quien heredó su pasión por el Ajax de Amsterdam y con quien aseguraba seguir hablando muchos años después de su desaparición.

También Johan Cruyff se extiende sobre su guerra contra la adicción al tabaco, que casi acaba con él en 1991, y sobre la relación con su hijo Jordi, “el más afectado de todos” sus vástagos por sus decisiones.

Johan Cruyff confiesa su sufrimiento por la carrera de Jordi, que tanto en el Ajax como en el FC Barcelona sufrió las sospechas de ser beneficiado por su padre, y se muestra “extremadamente orgulloso” de él, sobre todo cuando jugó en la Eurocopa con la selección de Holanda.

Futbolísticamente, Johan Cruyff no esconde algunos de los que considera sus logros, como haber hecho de Pep Guardiola un jugador para el FC Barcelona.

“El Barcelona quería librarse de él. Lo consideraban un flacucho, malo en defensa y nulo en el juego aéreo. Lo que nadie veía era que tenía las cualidades básicas para llegar alto: inteligencia en el juego, rapidez en la ejecución, técnica. Si no hubiese estado yo en el Barcelona, habría sido seguramente vendido a un club de Segunda División”, recuerda Johan Cruyff.

Cuando a Pep Guardiola le ofrecieron hacerse cargo del primer equipo del FC Barcelona, Johan Cruyff le dio a su gran heredero espiritual su “regla de oro”: “Quería ante todo subrayar que él debía ser el jefe, quien tomase las decisiones y quien asumiese las consecuencias. En ese sentido, Pep está en la misma línea que yo”, reveló el ‘10’ eterno de Holanda.

En el libro, Johan Cruyff detalla el intento de secuestro que sufrió en 1977 en España, que le llevó a renunciar al Mundial de Argentina 1978 para proteger a su familia, ante la incomprensión del seleccionador Ernst Happel, a quien no explicó las razones de su renuncia.

También rememora a la gloriosa “Naranja Mecánica” vencida por Alemania en la final del Mundial 1974, una derrota a la que, pese a lo que pueda parecer, Johan Cruyff pudo sobreponerse rápidamente.

“Con el pitido final estábamos decepcionados, evidentemente. Sin embargo, me recompuse rápido. Y finalmente me afectó muy poco, prácticamente nada. Creo que es a causa de la enorme carga positiva que nos rodeaba, de la admiración universal por nuestro juego”, dice Johan Cruyff.

A partir de entonces, a su juicio, el juego de Holanda “abrió la puerta a todos los jugadores que no eran ni grandes ni robustos. La tendencia se desplazó hacia la calidad y la técnica, mientras que antes lo que contaba era sobre todo el compromiso y el trabajo”.

Precisamente, Johan Cruyff evoca con humor cómo en los duros entrenamientos con Rinus Michels se escondía detrás de un árbol en el bosque de Amsterdam para evitar correr con el resto de sus compañeros.

Años más tarde, ya como entrenador, Johan Cruyff vería a un joven jugador llamado Frank Rijkaard, también extécnico del FC Barcelona, simular ataques de tos mientras corría, para esperar al siguiente grupo de jugadores que llegaba corriendo y así dar una vuelta menos al recorrido.

“Ningún entrenador se había dado cuenta antes, yo fui el único, y me divertía verle hacerlo”, relata Johan Cruyff. Seguramente Pep Guardiola será consultado sobre lo dicho por su ‘líder mental’ cuando fue jugador del FC Barcelona.

EFE