Hay muchas cosas que pueden hacer que experimentes cosas malas durante un viaje. Por ejemplo, que te olvides el dinero, que te olvides tus documentos, que pierdas tu maleta, que se te pase el avión o el bus, infinidad de cosas. Pero, ¿por qué nunca nadie se preocupa por el extraño precio que tenemos que pagar aquellas personas que somos más altas que el promedio?

Es decir, aquellos que miden más de 183 centímetros. Aunque en algunos países ser demasiado alto es recién sobrepasar el 1.95. Eso te puede servir en algún concierto, para tener un buen porte, para tener mejor presencia, hasta para conquistar chicas. Pero lo cierto es que, cuando se trata de viajes, no sirve de mucho.

Los que terminamos viajando a un destino cercano, y lo hacemos mediante un bus, recordaremos que cuando nos tocó ir parados lo único que veíamos era el techo. Puesto que nuestra cabeza estaba demasiado arriba y nos perdíamos casi todo el paisaje. Aquel paisaje que a todos nos gusta ver en el trayecto y por la ventana.

Pero si lo hacemos en un bus interprovincial, contratado específicamente para viajar. Tampoco resultan muy buenas las cosas. Y es que este tipo de viajes suelen ser largos, y los asientos no están diseñados para personas altas.

Y probablemente tú, que estás leyendo esto y no eres alto, no puedas entender el punto. El punto es que luego de una larga travesía nos damos cuenta que ya hemos probado hasta 100 posiciones para ubicar nuestras piernas y no hemos encontrado ninguna ideal. ¿El resultado? Pisotones, golpes, calambres, adormecimientos y la extraña sensación de querer cortarnos nuestras piernas para poder dormir tan plácidamente como la persona de al lado. Imagina, si te resulta incómodo para ti que no tienes piernas largas, cómo será para alguien que tiene que ir demasiado “ajustado”.

Si eres alto, y al menos que hayas pagado un bus caro o hayas ido en avión, sabrás a lo que nos referimos. Aquellos buses que quieren optimizar cada centímetro para que entren la mayor cantidad de viajeros posibles resultan una calamidad para las personas altas o de cuerpo grande, una incomodidad inolvidable.

¿Y qué hay de aquellos “bus cama” que reclinan el asiento y no están hechos para ello? No hacemos más que rogar que la persona de adelante no recline su asiento, porque si no hay suficiente espacio, tal vez termine “chancándonos” las piernas.

¿Quieres viajar más cómodo? Pues paga más para ir en un bus con el suficiente espacio hasta tu destino, y tu destino puede estar a 2 días de viaje. Dos días de incomodidad. Lo que pasó es que la optimización de espacio ha sido pensada para el tamaño promedio.

Ni qué decir acerca de ir de aventura a un lugar inhóspito pero con mucha naturaleza. Si tan solo caminar por las calles de Lima ya hace que, si eres alto, tengas que estar esquivando hasta la más mínima rama; imagina cómo será tener que esquivar todas las ramas y demás extensiones de la verde naturaleza a comparación de una persona un tanto “más pequeña”.

Así, éstas son algunas de las desventajas al viajar. ¿Has sufrido alguna de ellas?