Muchos lo de los rincones del Perú esconden grandes secretos que lo convierten en lugares aptos para el turismo nacional e internacional. El complejo arqueológico Wari, ubicado en la provincia de Huamanga, en no es la excepción y recientes hallazgos arqueológicos confirman su gran riqueza y potencial cultural.

En el sector de Vegachayuq Moqo, una de las áreas ceremoniales más importantes de Wari, se han encontrado evidencias de una larga secuencia de ocupación que data de la época Huarpa asociado a edificaciones de carácter monumental, construido en base a tapiales cuyos muros estaban finamente enlucidos y pintados de blanco y rojo. Aquí se halló una arquitectura especial y sin precedentes en la zona.

José Ochatoma Paravicino y la arqueóloga Martha Cabrera Romero, encabezan el equipo de investigación arqueológica que trabaja en el sitio arqueológico Wari desde el 2014 gracias al impulso del Gobierno Regional de Ayacucho, a través de la Dirección Regional de Comercio Exterior y Turismo (Dircetur).

En declaraciones a Andina, el investigador detalló, además, que en este sector se ha excavado áreas que no fueron trabajados en su totalidad en 1982 ya que se escavó parcialmente el área ceremonial con planta en forma de una “D”. Los trabajos han permitido llegar hasta el piso original que fue construido usando la puzolana, el mismo que ha sido utilizado en la restauración dándole una mejor imagen visual y auténtica del sitio.

En esta nota te presentamos cuatro importantes sectores del complejo arqueológico Wari que lo convierten en un paso obligado de los turistas que llegan a Ayacucho.

Templo y reloj solar

Debajo de este templo se ha obtenido información de la presencia de una ocupación temprana vinculada a las fases iniciales del estado Wari vinculados con las manifestaciones regionales de la cultura warpa sobre la que se erigió posteriormente el estado imperial Wari. Se ha descubierto además un reloj solar compuesto por un pilar de piedra cilíndrica tallada dentro de una pequeña estructura en forma de D casi en la parte media del recinto ceremonial.

Sector de Monqachayuq

Con respecto a los trabajos en el sector de Monqachayuq, José Ochatoma afirma que los resultados obtenidos confirmaron que se trata de un sector funerario complejo construido en el momento de máximo desarrollo de la ciudad en el que se edificaron complejos mausoleos, galerías subterráneas, patio hundido, cistas y fosas.

Mausoleo en construcción

El investigador precisa que la presencia de una arquitectura monumental que evoca una clara relación entre la muerte y el inframundo queda demostrada en la presencia una infraestructura especial.

“Se trata de un área donde había una gran depresión a modo de una hondonada cubierta totalmente de vegetación donde al ser excavada se develó restos arquitectónicos dentro de un gran pozo de forma rectangular cuyas dimensiones oscilan entre 24 metros de largo por 9.20 metros de ancho”, indicó a Andina.

Explicó que el patio hundido para cuya construcción se demandó una considerable fuerza de trabajo, fue probablemente parte de un proyecto de un nuevo mausoleo que no se llegó a concretar puesto que la presencia de muros de piedra labrada finamente en la parte sur del patio hundido a modo de cubículos, los muros periféricos internos de forma escalonada así como una gran cantidad de piedras labradas de diferentes formas listas para ser utilizadas en la construcciones del mausoleo distribuidos en la parte interna sumado a los trazos en el piso, nos llevan a proponer que estaba en proceso de construcción y que probablemente producto de la gran crisis que la llevó al colapso, no fue concluida en su construcción.

Mausoleos reales

El hallazgo relevante en el sector de Monqachayuq, fue el descubrimiento de un nuevo mausoleo construido con una mampostería de piedras finamente labradas con compartimientos orientados hacia un espacio central a una profundidad de 8 metros, dentro una estructura arquitectónica en forma de “D”.

El arqueólogo ayacuchano indica que tanto los pasajes como la estructura central fueron construidos por dobles muros de sillares con bloques rectangulares de piedras labradas cuyo pulimento permitió el perfecto encaje de los sillares sin argamasa visible. Sobre los muros se colocaron bloques rectangulares a modo de cornisas que cubre el ancho superior dándole sobriedad y solidez. La cámara central y parte de los pasajes no tienen techo, a excepción de los ubicados en el extremo noreste donde hay dos lajas rectangulares colocadas entre los muros paralelos como dinteles.

Ochatoma lamenta que ninguna de las tumbas develadas ha sido encontrada intacta, “por el contrario, muestran evidentes indicios de saqueo y destrucción o podría tratarse del traslado intencional de los restos con fines de protección y preservación de sus ancestros”.

Sostiene que la construcción del mausoleo está plenamente vinculada a la época de máximo apogeo de la ciudad en el que está presente la influencia de la cultura Tiahuanaco.

“El arte del tallado en la piedra con una mampostería fina es una contribución de la cultura altiplánica que llegó a Ayacucho generalizándose durante la época de máxima expansión del imperio Wari. Antes de su presencia, no hay indicios de una tradición del tallado de la piedra con la destreza y la técnica utilizada en su elaboración”, afirma.

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