En el Perú, a la iglesia de San Pedro de Andahuaylillas se le ha llamado “la Capilla Sixtina de América”, y en algún sentido la comparación es pertinente: esta iglesia es uno de los ejemplos más sorprendentes y hermosos del arte religioso popular andino.

Andahuaylillas es un pequeño pueblo situado en la provincia de Quispicanchi, a no más de 45 kilómetros de la ciudad del Cusco.

Su fértil campiña, en las cercanías del Vilcanota, hizo que en los primeros tiempos de la colonia, se instalaran allí vecinos de cierta importancia, de que son testimonios las casonas que todavía se conservan, pero luego el pueblo se estancó e incluso su nombre (“pradera cobriza”, en quechua) tuvo que aceptar un diminutivo castellano, pues tenía un homónimo más grande, la Andahuaylas de Apurímac.

Esta sobria imagen exterior se contrapone de manera radical con la que se presenta apenas se abren las puertas del templo.

Una explosión de oro y tallas y pinturas “espanta”, así diría quien hubiese entrado ahí en el siglo XVII, utilizando el vocablo en su significación de entonces: “maravillar”, “asombrar hasta el límite”, al visitante, pues la decoración en pan de oro y los murales, no deja casi espacio libre.

La iglesia de San Pedro de Andahuaylillas debe de haberse construido a finales del siglo XVI, pues uno de sus murales, que firma Luis de Riaño, lleva la fecha de 1626.

El techo está casi completamente recubierto por una decoración de estilo mudéjar y motivos florales y frutales. Este riquísimo artesonado ha sido revestido con pan de oro.