El 16 de julio de 1992, dos vehículos, cargados con 250 kilogramos de explosivos cada uno, estallaron en la cuadra 2 de la calle Tarata, en Miraflores (Lima, Perú), matando a 25 personas e hiriendo a más de 200. Las cosas no serían las mismas desde entonces.

En pleno auge de su ‘guerra popular’, inició una campaña de terror en Lima a través de varios atentados. El de Tarata fue el primero y el más letal de una serie que causó 40 muertes y que mantuvo en zozobra a la capital del Perú durante una semana.

Hasta antes de Tarata, para los limeños, sobre todo para las clases media y alta, el terrorismo no era un tema sensible, sino uno ajeno. Solo después de este ataque, un grueso de la población entendió que Sendero Lumino podía golpear a sus familias, seres queridos o a ellos mismos.

ASÍ FUE EL ATENTADO TERRORISTA EN TARATA


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