“Es un pequeño juguete de plástico”, dice Jessica Fridrich, mientras da vueltas a un cubo de Rubik con sus manos de largos dedos en su despacho de la Binghamton University. Sin embargo, el pequeño juguete, es un ícono de generaciones pasadas que celebra 42 años de existencia. Y ante una creciente subcultura de gente que trata de resolver el cubo lo más rápidamente posible, la doctora Fridrich es una pionera y un santo patrón. Forjó lo que probablemente constituye la más extendida estrategia del mundo para resolver el rompecabezas tridimensional de manera rápida.
“Ella escogió la ruta básica, la dirección que habríamos tomado para subir la montaña”, afirma Dan Knights, ganador del campeonato mundial del cubo de Rubik de 2003. En el 2013, la doctora Fridrich quedó segunda. “Otras personas están buscando diferentes caminos para pasar de una saliente a otro”, afirma. Knights, de 31 años, utilizó el método Fridrich para ganar el campeonato de 2003 después de que en 1999 la hubiera buscado para que fuera su mentora. Al principio, confundido por sus técnicas, se tomó un año sabático en la universidad para poder aprenderlas, mientras viajaba en tren a través de Europa y Asia.
El método Fridrich requiere que primero se solucionen las dos capas superiores de los tres niveles de los que consta el cubo de Rubik, seleccionando la cara con el cuadrado central blanco como cara superior.
La mayoría de los speedcubers (como se les llama a los fanáticos del cubo) aprenden a hacer esto de forma intuitiva, improvisando hasta que la cara blanca del cubo permanece intacta y otros cuadrados acaban situados en las caras correctamente coloreadas. La esencia del método Fridrich consiste en resolver la tercera y última capa del elemento sin comprometer el proyecto de color desarrollado en las fases iniciales.
Para resolver la tercera capa, el speedcuber debe juntar todos los cuadrados amarillos en la cara inferior aplicando uno de los 40 algoritmos en una fase llamada “orientación”. El cuber debe reconocer instantáneamente qué algoritmo ha de aplicar para tener alguna esperanza de resolverlo con prontitud. Si no, estará perdido. En el paso final, una permutación, uno de entre 13 algoritmos restablece la armonía cromática del cubo. Con ello se consigue un color por cara. ¡Eureka! Apuesto a que no entendiste nada. Yo tampoco, por eso nos ayudaremos con una imagen y un vídeo que lo harán más digerible.
Y aquí un vídeo, que no te asuste la rapidez de las manos del tutor al comienzo, después lo hará con calma: