Ya hemos hablado muchas veces de cómo beneficia, física, intelectual y emocionalmente, el llevar una vida sexual placentera, pues además de llenarnos de energía y buen humor, y activar nuestras neuronas, ayudan a estrechar los vínculos con nuestra pareja, y los estudios científicos así lo demuestran. Esta vez, nos centraremos en los orgasmos y las bondades que vienen con ellos, además del placer.

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Básicamente, señalan los investigadores, que estos beneficios de llegar al orgasmo, son generados por la liberación de oxitocina, mejor conocida como la hormona del amor. La oxitocina es en sí una hormona neurofisiológica que producen los mamíferos y que está directamente relacionada con la conducta maternal y paternal, los patrones sexuales y el desencadenamiento impulsivo de la intimidad.

1. Nos pone más ‘happys’ que el dinero

El estudio de David Blanchflower, del Dartmouth College, y Andrew Oswald, de la Universidad de Warwick, en Inglaterra, demuestra que un orgasmo es más placentero que recibir dinero, ya que las personas sienten más felicidad cuando experimentan un orgasmo que cuando obtienen dinero. ¿Y un orgasmo en quincena?

2. Mejor que una limonada caliente

Un estudio del departamento de psicología de la University Clinic of Essen, en Alemania detalla que los orgasmos masculinos aumentan el número leucocitos, células que protegen al cuerpo de bacterias como las que causan gripe o resfriado.

3. Estimulan el cerebro

Un estudio de la Universidad de Rutgers detalla que los orgasmos femeninos aumenta el flujo sanguíneo hacia el cerebro, lo cual favorece el transporte de nutrientes y oxigenación necesario para este órgano.

4. Un eficiente analgésico

Si sientes malestar por la artritis, una cirugía o en el parto, los orgasmos pueden ayudar a disminuirlo, según un estudio de la Universidad de Rutgers. “El umbral del dolor aumenta hasta 74.6% en las mujeres”.

5. ¿Tienes hipo?

En los anales de la sexología se recogen dos casos de hipo que el doctor Francis Fesmire, de Florida, curó a finales de los 80. Uno de los pacientes tratados llevaba 72 horas con 30 inspiraciones/minuto. Después de intentar todos los remedios conocidos sin conseguir nada, el doctor, decidió estimular el nervio vago insertando un dedo en el ano del paciente. Este masaje digital rectal, como médicamente se conoce, hizo llegar al orgasmo a su paciente, y ¡oh sorpresa! funcionó. Según explica Fesmire, el orgasmo es un gran estimulador del nervio vago. Tras este descubrimiento, el paciente fue dado de alta, y se fue con una sonrisa de oreja a oreja a casa.