La desnudez no hace más que recordarnos que todos poseemos la misma naturaleza, el mismo origen y que pertenecemos a un todo. La desnudez nos viste de la humildad que la ropa ‘nos desnuda’. La desnudez puede causar paz, puede brindar libertad, puede generar erotismo, puede provocar ternura, puede reflejar pureza, puede hacerte vulnerable y puede hacerte sentir poderoso. La desnudez es tan natural que hasta a algunos incomoda.

Pues al fotógrafo colombiano Daniel González, quien viene trabajando desde los 16 años capturando desnudos, no para ‘reivindicar algo’ sino por la belleza que representa – como una flor en esplendor o una mariposa technicolor -, la desnudez no le incomoda para nada. El autodidacta sorprende no solo por la naturalidad de sus fotografías, sino por la sugerente elegancia con la que este artista del lente logra interiorizarse en la esencia de sus modelos y en los gestos de sus cuerpos posando en un entorno alucinante.

“Con el desnudo trato de emitir la libertad y naturalidad que la mujer contagia, mostrarle a las personas ese misticismo que ella domina y esa paz, tranquilidad que inspira al verla.”, manifiesta González, quien prefiere los escenarios 100% naturales para que el desnudo se sienta como en casa. Otro dato, el artista prefiere trabajar con equipos análogos, por lo general de 35mm y sus favoritas son la Canon AV-1 y las Ricoh KR-S. Aquí una muestra de su elegante y bien cuidado trabajo.