Entre los siglos 12 y 17, los habitantes polinesios de la isla de Pascua, situada en Chile y por donde siglos atrás también anduvieron de paso los Mochica, decidieron crear estatuas de piedra llamadas moái (‘escultura’ en rapanui, la lengua nativa). Hasta hace poco tiempo, se sabía que eran cabezas de seres antropomorfos que miraban hacia la isla y el horizonte como pacientes centinelas. Muchas teorías coinciden en que su significado era rendir homenaje a los ancestros de sus constructores, un gesto que solo podríamos asociar a la infatigable búsqueda humanade crear.

Pero algo al respecto de los moái se desmintió poco atrás. En favor de toda lógica, se descubrió que estas cabezas también tienen cuerpo. Excavaciones de la Easter Island Statue Project, institución que estudia y preservalos moái, revelaron verdaderos gigantes de más de 20 toneladas escondidos bajo tierra. Ahora solo queda averiguar cómo estas monumentales esculturas terminaron sepultadas, fenómeno que se encuentra en investigación.

Tal vez lo más revelador de este descubrimiento no tenga que ver estrictamente con los moái. Más bien, parece confrontarnos con nuestra propia historia: el ser humano, al fin y al cabo, conoce solo lo que ve, y ello repercute en la manera de comprender el mundo y a nosotros mismos. Sí, al parecer hay más verdad oculta de lo que creemos… y la cabecita a veces viene con cuerpo.

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