Primero lo primero ¿Qué, cuándo, dónde y cuánto? La Dieta Eterna es una obra escrita y dirigida por Gabriel Rossel que trata el tema del suicidio desde la médula de los problemas de un joven llamado Zeta, quien gracias al teatro nos hace ver los episodios que pavimentaron su camino a tomar esta decisión. Las funciones son de jueves a domingo a las 20:00 hrs hasta el 17 de mayo en el Centro Cultural Ricardo Palma de Miraflores. Las entradas tienen un costo de S/. 30 la general y S/. 20 para estudiantes y jubilados en Teleticket y en boletería.

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¿Quién alguna vez en su vida no ha pensado en matarse? O en el ¿cómo sería? O haber dicho “me quiero morir”, o “preferiría no existir”, o todas las variantes en las que el suicidio está presente en nuestras historias. Recuerdo que de niño quise matarme – clavándome un cuchillo de mantequilla – por haber perdido mi lápiz favorito. Años después me venía la misma idea cada vez que perdía a una chica favorita, pero era solo eso, una idea y nada más.

A Zeta, el personaje eje de esta historia, no le pasa lo mismo, él se quiere quitar la vida en serio, no lo hace para llamar la atención. A él ya le aburrió la película y ubicó la puerta de escape del cine, y gracias a la ‘magia del teatro’ va a meternos en su cabeza y hacernos ver por qué la vida ya no tiene más escalones para él. ¿Una oda al suicidio? Todo lo contrario. Tienes que verla.

No soy crítico de teatro, ni tengo la intención de serlo, solo soy un espectador que le gusta recomendar lo que me entretiene, me seduce, o me siembra una idea, porque lo bueno se comparte. Y esta obra me gustó mucho, a mí y a mi bella acompañante, y sí, la recomiendo. Vayan a verla que quedan pocas funciones. ¿Qué verán? Aparte de una obra que no te deja distraerte – porque si lo haces te jodes -, serás testigo de 6 nombres que ya vienen sonando mucho en el teatro nacional y sonarán aún más.

Te hablo de Gian Morales y Henry Sotomayor – quienes se intercalan el papel de Zeta -, Airam Galliani como Milagros la novia; Sergio Cano en el divertido papel de Sandro el amigo íntimo del protagonista, Ernesto Ballardo como Enrique el hermano de Zeta, y Salomé Reyes como la cucufata madre.

Como es presumible, el protagónico es quien debe resaltar, y este lo hace con marcador, comillas y subrayado en lapicero rojo. El volcán que un suicida representa, es muy bien representado por el encargado de ser Zeta. En esta ocasión le tocó el turno a Gian Morales, que se devoró el escenario, conmoviendo a los asistentes, divirtiéndolos e infartándolos con su interpretación. De Henry Sotomayor he recibido comentarios que son solo aplausos y más aplausos.

El que se roba el show es el personaje de Sandro, papel muy bien interpretado por Sergio Cano, quien con una divertida naturalidad arranca risas que, ante un tema tan denso, nunca pensaron mostrar tanto los dientes. Airam Galliani sabe cómo ser una duda, su papel juega mucho con eso, le crees y no. Mi pecado fue esperar intensidad, pero Milagros – su papel – no es intensa, es una insegura que la intensidad la guarda para sí misma; a veces chispea, pero ante la llamarada que es Zeta no se puede apreciar mucho.

Ernesto Ballardo, quien interpreta al hermano de Zeta, tiene después de este, las partes más duras de la obra, su voz raspa, él se hace sentir, intimida, y golpea secuestrándose los reflectores; mientras que Salomé Reyes impone su presencia en el escenario, y logra emanar esa antipatía que la madre de Zeta despide.

Un gran y joven elenco, da vida a una obra que ‘huaquea’ en nosotros mismos, y que entretiene. Obvio tiene sus ‘puede mejorar en esto y aquello’, pero de eso que se encarguen los críticos de teatro, a mí y a mi bella acompañante nos gustó y tuvimos un buen tema de conversación el resto de la noche. Vayan a verla.