La capital estadounidense arrancó este viernes la primera etapa de su reapertura después de la orden de ‘permanecer en casa’ para , con una “reinvención” de su espacio público para facilitar que restaurantes y otros negocios puedan compartir aceras y algunas vías con transeúntes y compradores.

Con más personas en las calles que en las últimas semanas, los habitantes de Washington dieron la bienvenida a la decisión de la alcaldesa del Distrito de Columbia, Muriel Bowser, de avanzar hacia una reapertura gradual, después de que la ciudad registrara una ‘disminución sostenida’ de la propagación del coronavirus.

Solo en el Distrito de Columbia, donde está Washington, unas 8.538 personas han contraído el COVID-19, que ha causado 460 muertes en la ciudad, frente a 1,74 millones de casos y 102.709 fallecimientos de todo el país.

Entre sus 705.749 habitantes, la pandemia ha golpeado con más fuerza a los afrodescendientes, con 3.991 casos, y los latinos, con 2.272 del total de contagios.

Restaurantes al paso

Bowser animó en su Twitter a los residentes y empresas a compartir “carreteras y aceras”, al tiempo que mantienen el distanciamiento social que es crítico para frenar la propagación del COVID-19, y determinó que los restaurantes en esta primera fase podrán atender en asientos al aire libre guardando la distancia física y las medidas de seguridad.

Los conductores también deberán poner de su parte, pues la Alcaldía ha dispuesto que reducirá la velocidad permitida en las calles que se designen para la recogida de productos o en las que se instalen mesas.

La orden llegó como agua de mayo para numerosos restaurantes con espacios habilitados en las aceras para sus clientes, que este viernes, además de los pedidos a domicilio o para llevar, empezaron a ver llegar a algunos clientes.

Uno de esos establecimientos es el Mezcalero, un restaurante de comida mexicana, que en esta jornada atendía a los comensales en un par de mesas instaladas en su parte frontal.

Pero la vuelta paulatina a la “normalidad”, explicó a Efe Mauricio Flores, empleado del lugar, llegó con numerosas reglas: asientos limitados, espacio suficiente para guardar la distancia entre clientes y rutinas de limpieza reforzadas.

Igualmente, nosotros usando mascarillas, guantes y desinfectando cada vez que se va la gente. Tomamos muchas medidas de precaución ahora, porque es una enfermedad demasiado virulenta y se transmite con demasiada facilidad”, agregó Flores, quien explicó que en esta primera fase están operando con el 25 % de la capacidad, básicamente en lo que denominó el “patio” del local.

Sobre las semanas pasadas, relató que la cuarentena los obligó a reducir los horarios para los empleados, aunque admitió que hubo quienes se retiraron voluntariamente por temor a la enfermedad.

De los diez meseros y cinco personas en la cocina, este local pasó a requerir el personal necesario para responder a los pedidos para recogida. Apenas tres personas trabajaban los viernes por la noche, un turno que regularmente cubrían cinco o seis personas.

Reinventarse y trabajar bajo presión

La chef Tatiana Mora, que tiene a su cargo los restaurantes Serenata y Zumo, ubicados en el mercado La Cosecha, aseguró a Efe que aunque aún siguen atendiendo a clientes que van a recoger sus pedidos, están en la etapa de preparación para “algo que es incierto”.

Sin embargo, tenemos las mejores ganas de hacerlo y las mejores ganas de poder llevar todo esto con las medidas de seguridad necesarias y con el protocolo necesario”, anticipó Mora, para quien el COVID-19 ha traído a los seres humanos “una evolución”, que describió como la necesidad de “improvisar, de reinventarnos, de trabajar un poco bajo presión y tener muchísima creatividad para poder afrontar todo esto”.

A unas cuadras del lugar, en el mercado Union Market, que también alberga distintos negocios de comida, se observaban este viernes unas cuantas personas que aguardaban en mesas situadas en la parte exterior o en filas, también al aire libre, por sus pedidos.

La primera fase del reinicio de actividades abarcó igualmente a otros negocios, entre ellos peluquerías que desde este viernes atenderán solo por citas y con medidas reforzadas para adaptarse a una enfermedad que Ramona, una joven dominicana que trabaja en una sala de belleza de Washington, consideró que “nos ha cambiado la vida”.

Con información de Efe