Como una macabra pesadilla que se repite, los mexicanos despertaron conmocionados tras el último en la escala de Richter, que ya ha dejado más de 200 muertos.

El terremoto de este martes – que se sintió también con fuerza en los estados de Morelos, Puebla y el Estado de México – aconteció apenas dos horas después de un simulacro nacional.

A las 11:00 horas salieron de sus oficinas o casas en un ejercicio que se repite cada año para conmemorar a las víctimas del y prevenir ante futuros peligros.

Era una hipótesis, un sismo de magnitud 8 con epicentro en Guerrero. Y la gente se tomó el simulacro con responsabilidad, pero tranquila.

Nada hacía presagiar que dos horas después, a las 13:14 hora local (igual en Perú), un verdadero terremoto de 7,1 grados azotaría con fuerza la capital, desatando escenas de pánico y caos vial.

Por su cercanía, la alerta sísmica – que suena en los más de 8.000 altavoces instalados en las calles de la ciudad – apenas dio tiempo de reacción.

México vive días sin respiro. El pasado 7 de septiembre se produjo el terremoto más grande desde 1932 en el país. Fue de en la escala de Richter y sacudió con fuerza el sur y centro del país dejando 98 muertos y centenares de miles de damnificados.

El movimiento telúrico castigó los estados de Chiapas y Oaxaca, de los más pobres del país, donde miles de familias continúan viviendo en campamentos improvisados y apenas esta semana está acabando el censo de casa afectadas.

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Fuente: EFE