La educación en el Gobierno de Jair Bolsonaro parece negada a despegar. Tras año y medio de polémicas, dos ministros a bordo y un tercero que ni siquiera pudo asumir – y que renunció la víspera-, la cartera con mayor presupuesto en el Gabinete en Brasil sobresale en activismo, pero reprueba en gestión.

Con un fuerte recorte presupuestario y una gestión deficiente donde destacan la falta de planeación y de políticas públicas, las perspectivas no son optimistas para el sector mientras el líder ultraderechista esté al mando, según expertos consultados por EFE.

A eso se suma la crisis causada por el coronavirus, que desde hace cuatro meses tiene paralizadas las clases en colegios y universidades de Brasil (segundo país más afectado por la pandemia en el mundo con más de 60.000 muertos) y que por el descalabro económico provocado reducirá aún más los dineros para la educación y aumentará problemáticas ya existentes como el abandono escolar.

Metas y realidad

Las metas de desarrollo trazadas por la Organización de las Naciones Unidas (ONU) para 2030 prevén que se debe “garantizar una educación inclusiva, equitativa y de calidad, y promover oportunidades de aprendizaje permanente para todos”.

No obstante, Brasil, el quinto país más poblado del mundo con 211 millones de habitantes, parece estar bastante lejos de ese objetivo.

Según la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE), solo el 18 % de los adultos en Brasil completa los estudios superiores.

Y es que, de acuerdo con el más reciente estudio sobre el sector, realizado en por Instituto Brasileño de Geografía y Estadística (IBGE), el 40 % de los brasileños mayores de 25 años ni siquiera tiene educación básica.

Esto debido a que la tasa de analfabetismo de Brasil es de un 6,8 %, un problema que afecta a 11,3 millones de personas mayores de 15 años y que tiene mayor incidencia entre las negras o mulatas, que representan más de la mitad de la población del país.

Si bien los problemas de la educación en Brasil vienen de tiempo atrás y los ajustes presupuestarios comenzaron a sentirse con más fuerza a partir de 2015, por la crisis económica que estalló en el país y que se extendió hasta 2016 ocasionando una retracción de casi 7 puntos porcentuales en los dos años, el sector ha perdido completamente el rumbo con el Gobierno de Bolsonaro.

“No tenemos proyectos o políticas educativas en el Gobierno Bolsonaro” aseguró a Efe Catarina de Almeida Santos, profesora adjunta de la Universidad Federal de Brasilia y una de las coordinadoras de la Campana Nacional por el Derecho a la Educación, una red que articula organizaciones civiles, fundaciones y comunidades académicas, entre otros, para garantizar educación de calidad en Brasil.

Según la también profesora adjunta de la facultad de Educación de la Universidad Federal de Brasilia, Ricardo Vélez y Abraham Weintraub, los dos primeros ministros de Educación de Bolsonaro, no destacaron por su gestión.

“El primer ministro del Gobierno Bolsonaro digamos que fue marcado por la inacción, no se involucró en ninguna acción en relación con la educación, no ejecutó políticas. El segundo se dedicó a destruir las políticas educativas que estaban en curso (…) fue un ministro muy vinculado a la destrucción de la educación y no a la construcción”, señaló.

Desfile de ministros

Durante el año y medio de mandato que lleva el líder ultraderechista ya son tres los ministros que han llegado a la cartera, siendo el economista Carlos Alberto Decotelli, el más reciente y el más fugaz, con tan solo cinco días designado y sin ni siquiera alcanzar a asumir como titular, tras pedir su renuncia el martes por un escándalo por falsedades en su currículo.

Se trata del mayor número de ministros que ha tenido esa cartera durante un Gobierno desde cuando la redemocratización en Brasil al terminar la dictadura militar (1964-1985).

Decotelli iba a reemplazar a Abraham Wintraub, un agitador de la ultraderecha que durante catorce meses encabezó una “cruzada” contra lo que consideraba “marxismo cultural” en la educación y quien renunció en medio de polémicas por comentarios racistas y antidemocráticos por los que la Corte Suprema hasta lo incluyó en una investigación.

El primer ministro de Educación que tuvo Bolsonaro duró poco más de tres meses y fue el filósofo colombiano naturalizado brasileño Ricardo Vélez Rodríguez, quien renunció tras implicarse en diferentes discordias con sectores del Gobierno y el Parlamento.

Declarado públicamente como un anticomunista, Vélez promovió “avalar” la dictadura en los textos académicos de las escuelas y puso al fallecido capo del narcotráfico, Pablo Escobar, como ejemplo de conducta por evitar que los jóvenes consumieran droga en las escuelas.

El hecho que los jefes de la cartera se hayan destacado por esas “cualidades” es algo que para los mismos estudiantes solo evidencia “el desprecio que por la educación tiene este Gobierno”.

Así lo afirmó a Efe Iago Montalvao, presidente de la Unión Nacional de Estudiantes (UNE), quien señaló que en el ministerio lo que hay es “una total confusión”, ya que en esa cartera, “no hay una dirección de política para la educación”.

“Se intenta transformar al Ministerio en una especie de ala ideológica del Gobierno y después continúa construyendo crisis al no tener condiciones para adelantar proyectos”, indicó.

Según el líder estudiantil, la ausencia de planeación en la cartera y de políticas públicas solo trae más reducciones en el presupuesto para la educación, pues no se evidencia la gestión.

Cuando Bolsonaro asumió como presidente de Brasil, el Ministerio tenía un presupuesto de 118.400 millones de reales (unos 21.925,9 millones de dólares), al que le fueron cortados 9.650 millones de reales (unos 1.787 millones de dólares) para 2020. EFE