“DAPA era una lucecita de esperanza. Por fin podríamos salir de las sombras y del miedo que vivimos todos los días a ser deportados, pero luego llega este juez de Texas y nos da un bajón muy triste”, con estas palabras Olga Cordero, una mexicana que lleva 28 años como indocumentada en Estados Unidos, lamenta que los alivios migratorios aún no se hayan implementado.

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Como se recuerda, los programas DACA y DAPA entrarían en funcionamiento en febrero pasado; sin embargo, fueron suspendidos temporalmente por el juez federal de Texas Andrew Hanen, quien basó su decisión en una demanda hecha por 26 estados, que aseguran que estos programas son anticonstitucionales.

Pese a esta suspensión, Olga y su esposo Luis no se dan por vencidos y esperan que los jueces del tribunal del Quinto Circuito de Apelaciones de Nueva Orleans, donde actualmente se está debatiendo la legitimidad de los alivios migratorios, aprueben la implementación de estos programas que beneficiarán a alrededor de cinco millones de inmigrantes indocumentados en Estados Unidos.

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Olga, que es propietaria de una joyería desde hace 23 años, tiene cuatro hijos nacidos en Estados Unidos, por lo que califica para acogerse al programa DACA, que otorgará un permiso temporal de trabajo y protección a las deportaciones a los padres de ciudadanos o de residentes permanentes.

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“Sí se siente uno mal de no tener papeles. Es una incertidumbre tremenda. Cuando sales, no sabes si vas a volver a tu casa y ver a tu familia. Más que nada, me siento mal por mis hijos si me deportan, ellos no me van a seguir a México, su vida, su estudio, su trabajo está aquí”, asegura.

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