El príncipe Harry de Inglaterra y la actriz estadounidense Meghan Markle fueron declarados marido y mujer por el arzobispo de Canterbury, Justin Welby, en una ceremonia en la iglesia San Jorge de Windsor.
El líder espiritual de la Iglesia anglicana dirigió el matrimonio de los duques de Sussex ante la reina Isabel II, la familia real y numerosas celebridades, como Elton John o George Clooney.
Esta tuvo toques del mestizaje que encarna la pareja, como el sentido sermón del obispo estadounidense Michael Curry, o la versión de la canción “Stand By Me” que hizo un coro de gospel.
Los recién casados se dieron un baño de multitudes cuando recorrieron en carroza descubierta la ciudad de Windsor, donde les esperaban miles y miles de personas que vieron la ceremonia en pantallas gigantes.
Tras toda la polémica suscitada por la ausencia de su padre Thomas Markle, Meghan Marle recorrió prácticamente sola todo el camino hasta el altar y se tomó del brazo de su suegro, el príncipe Carlos, casi al final.
Meghan Markle fue hasta la iglesia en un Rolls-Royce Phantom IV, acompañada de su madre Doria Ragland.
nombramientos oficiales
La reina Isabel II de Inglaterra nombró a Harry duque de Sussex, conde de Dumbarton y barón de Kilkeel, respectivamente, un título nobiliario inglés, escocés y norirlandés, como manda la tradición.
Al final del paseo, de una media hora, empezó la parte privada de la boda, con un almuerzo ofrecido por Isabel II en el castillo de Windsor y una fiesta de noche en la mansión Frogmore, gentileza del padre del novio, el príncipe Carlos de Gales.
En las calles de todo el país se organizaron fiestas vecinales, al amparo de unas previsiones meteorológicas esperanzadoras.
El día acabó bien regado por la muy graciosa concesión de permitir que los pubs cierren más tarde que lo habitual.
Todo ello, rodeado de grandes medidas de seguridad, en un país que sufrió cinco atentados en 2017, con un balance de 36 muertos y decenas de heridos.