Bucarest. asumirá a partir de mañana, 1 de enero, por primera vez la presidencia de turno de la Unión Europea (UE), en medio de tensiones internas y fuertes discrepancias con la Comisión Europea sobre sus políticas y reformas, sobre todo en el ámbito judicial.

“Mi opinión es que no estamos preparados para algo así”. Con esa franqueza se ha referido el presidente rumano, el conservador Klaus Iohannis, una y otra vez en las últimas semanas a la presidencia comunitaria del ejecutivo en Bucarest, que viene endureciendo su discurso euroescéptico desde hace varios meses.

Será la primera vez que Rumanía asuma la responsabilidad sobre el Consejo de la UE desde que el país balcánico, el segundo más pobre del bloque (detrás de su vecina Bulgaria), entrara en el club comunitario en 2007.

Se trata de presidencia rotatoria bajo la que está previsto que se consume el divorcio entre el Reino Unido y la UE.

De hecho, la cumbre de jefes de Estado y de Gobierno de la UE, prevista para el 9 de mayo en la ciudad de Sibiu, será la primera sin el Reino Unido, una vez que el brexit se haya oficializado, con acuerdo o sin él, el 29 de marzo próximo.

Mientras que los desafíos para la UE son enormes en cuanto a la salida británica, en Rumanía el Gobierno de coalición liderado por el partido socialdemócrata (PSD) está abiertamente enfrentado al presidente Iohannis.

La fuerza dominante del ejecutivo no es la primera ministra, Viorica Dancila, sino el líder del PSD, Liviu Dragnea.

El principal motivo de fricción entre Gobierno y Presidencia rumana son reformas legales y los cambios en la cúpula de la Fiscalía Anticorrupción, impulsados por Dragnea.

Éste no puede ser designado primer ministro debido a una condena por fraude electoral mientras sigue pendiente de que se resuelva un recurso sobre otra sentencia condenatoria por abuso de poder.

Desde que llegara al poder en diciembre de 2016, el Gobierno del PSD ha aprobado, o tratado de aprobar, varias reformas que iban desde la despenalización de ciertos delitos de corrupción, a una ley de amnistía e indulto que podría beneficiar al propio Dragnea.

Esas medidas han sido contestadas en las calles, con numerosas manifestaciones multitudinarias, pero también por la Comisión Europea que se ha mostrado muy preocupada.

Bruselas ha advertido de que esas reformas han creado una “situación preocupante” en lo que se refiere a la lucha contra la corrupción y la independencia del sistema judicial, y en un informe emitido en noviembre, advirtió de que “los últimos acontecimientos han revertido el curso del progreso”.

El Gobierno rumano ha reaccionado combativo, amenazando con impugnar el informe comunitario, y elevando su tono nacionalista, populista y euroescéptico contra la UE.

“Rumanía no aceptará ser tratado como un país de segunda clase”, ha dicho Dragnea, criticando que Bruselas mantenga el mecanismo de cooperación y verificación impuesto a Rumanía y Bulgaria en 2007.

Este instrumento se había creado en su momento para ayudar a ambos países balcánicos a subsanar sus deficiencias en los sistemas judiciales y en la lucha contra la corrupción.

Según el polémico líder socialdemócrata, hay otros países de la UE “mucho más corruptos”, que no reciben críticas de Bruselas.

En este ambiente de enfrentamiento abierto Rumanía inicia un semestre comunitario en el que, demás del brexit, se celebrarán en mayo las elecciones al Parlamento europeo, consideradas como transcendentales para el futuro de la UE.

Dancila adelantó a mediados de mes que su presidencia comunitaria se centrará en cuatro prioridades: convergencia, seguridad, una Europa como actor global y con valores comunes.

Rumanía, que goza de la banda ancha de Internet más rápida de la UE, desea además propulsar la transformación digital en la industria europea, a través del fomento de ‘startups’ y el impulso de la inteligencia artificial.

Respecto a la defensa del espacio comunitario, Dancila se refirió a la mejora de la gestión de las fronteras externas, mediante el fortalecimiento de la agencia Frontex, y a una mayor seguridad cibernética, con el propósito de contrarrestar las amenazas contra “los valores y la prosperidad” de la UE.

En cuanto a su papel como actor global, Bucarest pretende fortalecer la cooperación entre la UE y la OTAN, con especial atención en la zona del Mar Negro, donde Rumanía siente la creciente presión de Rusia.

La lucha contra el populismo, la xenofobia y la intolerancia o la cuestión migratoria, estarán también, de nuevo, en la agenda de la presidencia de turno de la UE.

**Rumanía **espera además aprovechar el impulso de esta presidencia para entrar finalmente en el espacio Schengen, de libre circulación, un paso bloqueado hasta ahora por la falta de avances en materia de corrupción.

Fuente: EFE