La visita del a Chile a mediados de enero pasado estuvo marcada por la controversia en torno a los abusos sexuales cometidos por religiosos. El principal apuntado fue el obispo de Osorno, Juan Barros, presunto testigo de las vejaciones cometidas por Fernando Karadima, declarado culpable por el Vaticano en 2011.

“Son calumnias. El día que me traigan una prueba contra el obispo Barros, voy a hablar”, aseveró el pontífice antes de oficiar una misa en Iquique, sobre las denuncias contra Barros, por la supuesta falta de pruebas y testimonios de las víctimas.

Sin embargo, miembros de la Comisión Pontificia para la Protección de Menores revelaron que en 2015 le entregaron a Francisco una carta en la que Juan Carlos Cruz describía los abusos, besos y manoseos a los que lo había sometido por Karadima, ante la mirada de Barros, quien no hizo nada para detenerlos.

La misiva, publicó Associated Press, fue entregada al máximo asesor papal en la lucha contra los abusos, el cardenal Sean O’Malley, ante quien cuestionaron el nombramiento de Barros como obispo. “Cuando le dimos la carta para el papa, nos aseguró que se la daría y hablaría de las preocupaciones. En una fecha posterior nos aseguró que eso se había hecho”, comentaron.

Incluso, Cruz, que vive en EE.UU., contó que O’Malley lo llamó y le dijo que “había dado la carta al Papa, en mano”, señaló el diario La Tercera.

Estas revelaciones ponen en duda la política de “tolerancia cero” impulsada por el Vaticano contra los abusadores, ya que, pese a negarlo, Francisco habría sabido de los excesos de los religiosos chilenos. “Usted me dice, con buena voluntad, que existen las víctimas. Pero yo no las he visto, no se han presentado”, dijo el papa mientras conversaba con periodistas en el avión que lo llevaba de vuelta a la Santa Sede.

Fuente: