Millones de musulmanes comenzaron en todo el mundo el mes de ramadán, un periodo de ayuno caracterizado también por los opíparos banquetes, y en el que el recogimiento de los más píos se mezcla con un ambiente festivo en el que la noche se transforma en la protagonista de cada jornada.

Durante este mes, el noveno del calendario lunar musulmán, la abstención de ingerir cualquier tipo de alimento durante las horas del día es solo una parte de los requisitos que debe cumplir el buen creyente.

Los malos pensamientos, los insultos, las críticas a terceros, el sexo durante las horas diurnas o las mentiras deben de ser desterradas durante los 29 días que dura el mes más sagrado para los musulmanes, y en el que se cree que Alá comenzó la revelación del Corán a Mahoma.

Durante este periodo, las mezquitas abren sus puertas tras el “iftar” para el “tarauih”, un rezo que incluye extensas lecturas del libro sagrado; y en los últimos diez días, invitan a los más creyentes al “etekaf”, jornadas intensivas de fe y contemplación en las salas de oración.

Paralelamente, se multiplican los programas religiosos en radios y televisiones, mientras la gran mayoría de restaurantes y cafeterías ponen el cerrojo a sus cocinas hasta la puesta del sol y más allá.

EFE