Jennifer Lawrence ha roto por fin su silencio sobre el robo y filtración por parte de un grupo de hackers de una serie de fotografías privadas en las que aparecía desnuda. Y lo ha hecho con contundencia.

“Porque sea una figura pública, porque sea actriz, no quiere decir que esto vaya en el sueldo. Es mi cuerpo y debe de ser mi elección y el hecho de que no lo sea es absolutamente asqueroso”, ha dicho en una entrevista a la revista Vanity Fair.

Era raro que Lawrence, que en los últimos años se ha ganado el cariño y el respeto de casi todos por su falta de filtro en un negocio de estrellas prefabricadas, no hubiera abierto la boca. Ahora sabemos que estaba esperando a tener la plataforma adecuada para hacerlo. Podría haber escogido un late night y quitarle hierro al asunto haciendo un par de bromas o dejarlo todo en un aséptico comunicado anunciando medidas legales. Pero Lawrence está enfadada y quería demostrarlo en la portada de una de las cabeceras más importantes de Estados Unidos.

“Esto no es un escándalo. Es un crimen sexual. Es una violación. Es asqueroso. La ley tiene que cambiar y nosotros, también. El simple hecho de que alguien pueda ser sexualmente explotado y que el primer pensamiento que a alguien se le cruce por la cabeza sea rentabilizar eso… Me supera. No puedo imaginarme cómo se puede estar tan despegado de la humanidad, estar tan vacío por dentro.”

Al principio, cuenta Lawrence, temió por el futuro de su carrera. Luego, intentó escribir un comunicado público sin éxito. “Todo lo que trataba de escribir me hacía llorar o me enfadaba. Empecé a escribir una disculpa, pero no hay nada de lo que verdaderamente me quiera disculpar. He estado en una relación sana, amorosa y maravillosa durante cuatro años. Era una relación a distancia… O tu novio ve porno o te mira a ti”, explica la actriz con su habitual naturalidad. Su novio, durante esa etapa, fue el también actor Nicholas Hoult.

Lawrence no solo denuncia a los hackers; tampoco perdona a quiénes han visto las imágenes. “Cualquiera que haya visto esas fotos está perpetuando una agresión sexual. Deberías avergonzarte. Incluso gente que conozco y quiero, me dice que las ha visto. No me quiero enfadar, pero al mismo tiempo pienso: ‘No te he dado permiso para mirar mi cuerpo desnudo.”

Pero lo más duro, cuenta la actriz, fue contárselo a su padre. “Cuando tuve que hacer esa llamada a mi padre para explicarle lo que había sucedido… No importa cuánto dinero haya ganado por Los juegos del hambre. Te puedo prometer que si te dan la opción entre una cantidad de dinero así o hacer esa llamada para decirle a tu padre lo que te ha pasado, no merece la pena.”

“El tiempo cura. Ya no lloro más. Ya no sigo enfadada. Mi felicidad no puede depender de que cojan a esta gente, porque puede que no les cojan nunca… Necesito encontrar mi propia paz”, concluye Lawrence. Mientras la busca, se ha ganado una dosis extra de respeto por reivindicar tan enérgicamente su dignidad y sus derechos.