¿Existe un fondo científico para aplicar el tópico de la dificultad en la orientación espacial entre las mujeres y la menor capacidad de expresividad entre los varones?

Sin entrar en consideraciones o tópicos sexistas, cada vez son más las razones que la ciencia va encontrando que explicarían que la mujer hable mucho más.

1. Mayor número de conexiones cerebrales entre los dos hemisferios que facilitan que pueda hablar y realizar otras tareas al mismo tiempo.

2. La región cerebral responsable del lenguaje es más amplia. A la mujer se le atribuye más intuición, mejor memoria y mayor desarrollo del lenguaje y del pensamiento analítico. Ellos ganan en coordinación, deducción matemática y control motor.

3. Los estrógenos, hormonas femeninas por excelencia, activan esas conexiones desde la infancia. La testosterona, presente en mayor cantidad en los hombres, las frena. Debido a esta actividad hormonal, las mujeres estarían mejor preparadas para realizar tareas vocales y conductas simbólicas. Los hombres, actividades espaciales y motoras.

4. Sus fluctuaciones neurológicas originan un vaivén imprevisible de pensamientos y emociones que se expresan en palabras.

5. Presenta dosis mucho más generosas de la proteína FoxP2, también conocida como proteína del lenguaje. Es uno de los últimos hallazgos que llegan de la Universidad de Maryland, en Baltimore.

6. El lenguaje activa los centros de placer en su cerebro, sobre todo al compartir amores y desamores o aventuras y desventuras sexuales. El lenguaje es el pegamento que conecta a las mujeres.

7. Su verborrea le sirve de reclamo emocional para ayudarle a alcanzar el orgasmo. Al contrario que ocurre con el lloriqueo o el lamento que echan por tierra la libido masculina, según comprobaron investigadores del Instituto Weizmann de Ciencia (Israel), las palabras podrían resultarle innegablemente efectivas en el momento del coito para llegar al orgasmo, como ha quedado patente en el último Congreso de Sexología, celebrado en Córdoba.

8. Emocionalmente, necesita la palabra para aliviar el estrés. Esto hace que, por ejemplo, ante un conflicto, el instinto masculino incite a resolverlo. Al hablarlo, la mujer no busca solución, ni siquiera respuesta. Sólo quiere aplacar su preocupación.

9. Hablar le ayuda a concretar su habilidad para leer emociones y estados de ánimo.

10. Presión evolutiva. Durante generaciones, la cultura y la educación han reforzado esas diferencias entre el cerebro masculino y femenino.

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