De acuerdo a la especialista existen tres tipos de niños capaces de cometer parricidio: los que padecen una enfermedad mental grave, los peligrosamente antisociales, y los maltratados. Éstos últimos corresponderían al 90% de los casos, según Perry.

Lo que llama la atención, dice la experta, es que si bien muchos niños son víctimas de abusos y maltratos, sólo unos pocos son capaces de matar a sus progenitores. Entonces, se pregunta ¿qué es lo que hace que un menor llegue a ese extremo? Explica que por lo general, se trata de chicos aislados, que sienten que no tienen a nadie que los escuche y tome en serio.

Por otro lado, señala la terapeuta, tratar a un niño que ha cometido parricidio no es fácil, pues probablemente ese paciente necesitaría apoyo de tiempo completo por parte de un equipo de profesionales de la salud mental, y aún así el éxito no está garantizado, pues el tratamiento siempre depende de la persona.

Para evitar que un niño se convierta en un potencial homicida, la experta recomienda a los padres adquirir habilidades de crianza, crear vínculos con los pequeños, darles apoyo e indagar más acerca de cómo los niños establecen relaciones con su entorno.

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