Cuando damos a luz lo primero que nosotros disfrutamos es tener a nuestro bebé en nuestros brazos, poder aprender y experimentar cada momento con él o ella es algo realmente increíble para toda mamá y papá, sin embargo, muchas personas lo primero que notan es el gran cambio que ha sufrido nuestro cuerpo.

Una mamá escribió la curiosa anécdota que tuvo después de ocho días de haber dado a luz. En el portal Mamabeanparenting escribió un artículo contando las razones por las que siente orgullosa de su barriga. Aquí te lo compartimos:

_“Cuando mi hija tenía sólo 8 días de vida, sus bisabuelos vinieron a visitarla.

Mi cerebro estaba hecho papilla y para ser honesta no debería haber permitido recibir visitas tan pronto. Mi parto había sido traumático, por decirlo menos. Tuve una hemorragia donde perdí casi la mitad de mi sangre justo después del parto y ahora que lo veo en perspectiva, debería haber estado en cama pensando sólo en mi preciosa bebé.”_

“Pero era una madre primeriza, viviendo en un mundo que tiene altas expectativas con la maternidad y con mantenerte ocupada en vez de descansar, recuperarte, conectarte con tu bebé y encontrar la paz.”

“Así que cuando mi abuela me preguntó si es que acaso estaba haciendo ejercicio, mi mente pasó de ser papilla a comenzar a desintegrarse. ¿Acaso me había perdido alguna información de ejercicio de post-parto en medio de mi experiencia cercana a la muerte? No me refiero al piso pélvico, había imaginado que sería importante particularmente después dar a luz a una bebé a través de un parto natural. Mi mente se fue al peor caso posible, estaba asustada de que hubiese olvidado que tenía que seguir una rutina de ejercicios mágica para asegurarme de no volver a tener una hemorragia, recuperarme de la anemia o al menos para ayudarme a mantenerme de pie sin desmayarme.”

_“Un dedo apuntando mi panza me trajo de vuelta a la realidad. Mi abuela estaba sentada, mirando mi estómago: “Ya sabes, ejercicio para deshacerte de esa panza”.

Habían pasado 8 días del parto, 8 días desde que había visto por primera vez el hermoso rostro de mi bebé, 8 días desde mi hemorragia, 8 días desde que mi visión se había ido a blanco en un cuarto lleno de doctores diligentes pero preocupados y esa panza era lo último en lo que estaba pensando.”_

“¿Por qué debería haber estado pensando formas de deshacerme de esa panza? Esa panza, llena de líneas que formaban un mapa: un mapa que detallaba cada uno de los movimientos y patadas de mi hija. Esa panza, que fue el primer hogar que mi hija tuvo. Esa panza, que la mantuvo a salvo, contenta y protegida durante 42 (largas) semanas. Esa panza, que había nutrido a mi hija mientras crecía, y que al mismo tiempo había nutrido mi propia identidad porque… esa panza también me había mantenido a salvo, contenta y protegida. Crecí como persona con cada hipo interno, con cada momento incómodo y con cada hinchazón.”

“Como puedes ver, me hubiese postrado ante esa panza. Sentía ganas de celebrarla y agradecerle por lo que había llevado dentro de sí, por la personita que había llevado dentro. Sin embargo, existe una gran presión para que las madres se libren de todo recuerdo de que alguna vez llevaron un bebé en su cuerpo, y esta presión es mucho más grande que esa panza.”

“Durante los nueve meses de nuestro embarazo nos ponen en un pedestal, un pedestal del cual nos empujan drásticamente una vez que nuestros bebés están en nuestros brazos. Usualmente escucho que hay madres que ‘están muy bien’ porque ‘volvieron tan pronto al gimnasio,’ pero rara vez escucho que alguien alabe o felicite a una madre por pasar las primeras semanas o meses solamente acurrucada con su recién nacido y olvidándose de la imagen socialmente aceptable de lo que es la maternidad en ese período.”

“Porque siempre es una imagen. Nos dicen que sólo las imágenes tienen importancia, que sólo una imagen puede vender, seducir o influenciar a los demás, porque las imágenes tienen poder. Sin embargo, para una madre el olor de la cabeza de su bebé, el sentir su piel y escuchar sus sonidos son el verdadero poder.”

“Como madres y como mujeres tenemos todo el tiempo del mundo para que nuestros cuerpos cambien lenta y cuidadosamente luego del embarazo. Con el tiempo, enflaquecemos, nuestros mapas se vuelven menos visibles, los claros recuerdos de nuestra maternidad se vuelven más suaves y menos evidentes, pero afortunadamente, nunca desaparecen. Estos son los símbolos de la historia de amor más verdadera de la que cualquier persona pudiese ser parte, son signos del viaje más significativo y más satisfactorio que puedas imaginar.”

“Y sinceramente, en este viaje de la maternidad, me llevaría a esa panza conmigo también.”

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