El concepto de tiempo libre cambia con la llegada de los hijos: pasamos de disponer de gran cantidad de horas libres dedicadas a nosotros mismos, a depender de sus necesidades y organizar en función de ellos nuestros horarios y tiempos.

Saber cómo organizarse es una cuestión de práctica y, sobre todo, de aprender a rentabilizar las horas que nos deja la jornada laboral, a fin de sacarles el mayor provecho posible. Se trata, en definitiva, de transformar el tiempo libre en tiempo libre de calidad.

El tiempo que los hijos pasan con los padres no sólo repercute en estrechar su relación y lazos con ellos: les ofrece la posibildad de reafirmar su posición dentro del núcleo familiar, y refuerza su autoestima y desarrollo personal, mejorando su capacidad de absorber los valores que intentamos inculcar en ellos y mejorar su percepción entre lo que está bien y lo que está mal.

Es importante, además, conceder tiempo personalizado a cada niño en caso de tener varios hijos, sin olvidar el pasar algo de tiempo a la semana realizando alguna actividad todos juntos.