La otitis es una de las infecciones más frecuentes en niños pequeños (en especial hasta los 3-4 años) y la primera causa de prescripción de antibióticos.

De hecho, según la Asociación Española de Pediatría, entre un 80% y un 90% de los niños padecerán al menos un episodio durante sus dos primeros años de vida. Durante los meses de verano, además, la incidencia aumenta porque la humedad de después del baño favorece una de las más comunes, la externa.

La otitis es la inflamación o infección del oído. Según su localización se denomina media, si la infección afecta al conducto auditivo medio o externa, si está en la parte de fuera del tímpano. En ambos casos están causadas por microorganismos.

Existe un tercer tipo, la serosa, mucho menos frecuente y que no está provocada por ningún microorganismo, sino que se produce por la tendencia que tienen algunos niños a acumular mocos en el oído medio de manera crónica, sin que éste se infecte ni duela.

Y precisamente porque no duele y su síntoma principal es la pérdida de audición, pasa inadvertida. Además, la mayoría de las veces remite sin tratamiento, aunque en ocasiones resulta necesario practicar un drenaje.

Los niños más propensos son:

-Los pequeños que tienen tendencia a generar mucho moco o aquellos que tienen el conducto auditivo orientado de forma que se acerca mucho a las fosas nasales.

-Los que padecen vegetaciones. Esta circunstancia predispone a la otitis serosa.

-Los niños muy pequeños y los prematuros son más propensos a la otitis media, ya que su conducto auditivo es más corto que el de los niños nacidos a término.

-Aquellos niños que conviven en ambientes en los que hay humo de tabaco.

-Los que padecen alergias, en especial las respiratorias, debido a la gran cantidad de mucosidad que provocan.

- Los que no toman pecho. Varios estudios demuestran que la lactancia materna disminuye el riesgo de sufrir otitis media.