En la etapa de gestación, y observando mes a mes las facciones del rostro del nuevo ser, nos podemos topar dentro del segundo y tercer mes de gestación, con la aparición del conocido labio leporino o hendido, una anomalía que se presenta en forma de hendidura abierta en el labio superior, producto de la fusión incompleta de los procesos maxilar y nasolateral del embrión.

Según estudios, la malformación congénita se halla en uno de cada 750 recien nacidos, convirtiéndose en un mal común originado en bebés con predisposición genética a padecerlo, acompañado de otros factores como la mala alimentanción de la madre, consumo de alcohol y tabaco en la etapa de gestación, o exposición a ciertas sustancias perjudiciales.

Durante el proceso de formación del rostro del bebé, los cinco lóbulos ubicados en la cabeza se moverán hasta localizar su sitio respectivo, formando ojos, nariz, mejillas, barbilla y boca. Cuando dos de estos lóbulos lo logran encajar en el lugar corrrecto, se creará un espacio hueco que dará lugar a la anomalía.

A pesar de que el labio leporino no perjudica el desarrollo motor y mental del bebé, la mayoría de casos necesita someterse a una cirugía craneofacial a partir de los tres meses para iniciar un proceso de recontrucción. Muchas de las interveciones se prolongan hasta la adolescencia o adultez, dependiendo de la gravedad del problema.